martes, 29 de octubre de 2013

Cuidado, esto son aullidos, no Poesía

Cuidado, esto son aullidos, no Poesía.

Ven, siéntate a mi lado y alza la cabeza; 
que se marque la nuez en tu garganta, 
abre las fauces y aúlla 
como si no hubiese mañana. 


No temas a que te oigan, 
a que nos escuchen lanzar indirectas
a la Luna para que baje a dormir 
esta noche entre nuestras sábanas. 

Sí, te estoy invitando 
a que seas mi lobo 
y ser tu loba, 
porque aquí y ahora es siempre
buen momento y lugar.

Enreda tus dedos en mis rizos,
devórame la boca en un intento 
de acallar unos aullidos lastimeros 
que dañan la integridad de la Luna 
con mi imposible inestabilidad. 

Ven, 
que te rimo contra la pared 
en todas las métricas posibles, 
populares y cultas; 

que se va a acordar la Poesía 
de esta noche 
porque de cuerpos desnudos y lobos va la historia.

Ven. Esta noche es perfecta para 
estar loco, ser un lobo,
ser una loba, una loba loca.
Ven. 
Esta noche es perfecta para ser
sólo tú y yo.
lunes, 28 de octubre de 2013



El alba

Por las mañanas, a parte de un café, necesitaría
compartir los "he pasado una noche de cine (de miedo)"
con alguien que me robase un beso.

Que mis sábanas amaneciesen enredadas en otro cuerpo
que no sea el mío, que sea el suyo.
Que sus besos de 'buenos días' sepan a
todo lo que no pude 
o no quise tener.

Con el amanecer, quiero sentir la ataraxia
de rozar él con sus dedos mi espalda desnuda
y poder lamer, cual loba,
las palabras que caigan de sus labios.

Poder ser su lienzo
y sus manos el pincel;
ser su mármol
y sus uñas el cincel.

Que mis orbes apesadumbrados encuentren en otros
el refugio que no buscaron en los propios.
Todo es cuestión de Tiempo,
de Cronos,
el que esté aquí conmigo
el salvador de mis delirios.

Y puedo seguir despertándome sola,
todas y cada una de las mañanas con todo el dolor de mi ser;
amanecer entre la sangre 
de las heridas que en su día no cerré.
domingo, 27 de octubre de 2013



Suicidio literario

Cuando comencé a escribir no sabía que esto ocurriría. Cómo podría yo haber percibido desde fuera el peligro de las letras, la adicción a ellas, la lenta tortura de la escritura y de no ejercerla. Me pregunto si más personas se sentirán así al decir 'quiero ser escritor' o al denominárselo; como si fuese el súmmum. Como si todo cobrase sentido con esa sencilla composición de palabras.

He escrito triste, alegre, enamorada y destrozada. Han pasado frente a mis ojos escenas de guerra, de paz, de mentiras y verdades contadas a medias. He torturado a mis personajes hasta llevarlos a la locura y he suicidado de las más hermosas formas a mis figuras más perfectas. 

Me he enamorado de otros por leer sus letras y creer que combinarían bien con las mías. Pero las historias entre escritores no son una excepción a las historias clásicas de amor, acabadas en tragedia. Me han llamado Poesía, Escritora, Neorromántica. Tantas cosas para reducirlas a tan poquita cosa: A mi. 

Una chica sencilla. De las que no destacan en nada, de las que se enamoran con facilidad. 

Desde que escribí por primera vez en serio supe que eso me hacía feliz. He llegado hasta aquí (¿Dónde es exactamente... Aquí?) escribiendo, y aún sin saber si estoy realmente viva o muerta. Mi destino está lejos, el camino es polvoriento, angosto y oscuro. Pero mis letras se quedarán conmigo en ese hueco que las personas han dejado.

Quizás te cruces conmigo,
y te haga eterno, o eterna, en unas líneas.
Pero quiero que quede constancia de que estuve aquí,
de que me dejé la piel, la tinta y los sentimientos en esto.
jueves, 24 de octubre de 2013



No estás

Que tus costados sean mi piano; mis dedos, inexpertos bailarines sobre un suelo de tablado. No quiero decirte mentiras que broten como flores de los más bellos colores de mi boca ni callarme las cosas ciertas que atenacen a mi corazón entre espinas. Quiero bailar y ser bailada, escribir y ser escrita con palabras no entintadas.

El reloj de arena sigue arrojando Tiempo hacia el suelo, dejándolo caer, agotándolo. Mis dedos siguen aferrados a ese frívolo bolígrafo que tantas veces me ha salvado la vida. Y el tren sigue pasando. Se parará para que suba, pero mis ojos sólo pueden verte a ti mientras no estás.

Eso es lo doloroso.
Que te veo.
Y no estás.

El gigantesco dragón metálico se detiene, con la prisa de quien nunca llegará a donde debe ir. Trago saliva, trago tinta y me trago las ganas de llorar(te). Unos pasos para ser una viajera más en él. Vallas de metal mantienen mi corazón en su sitio, en su tamaño. Que no crezca y que no se enamore, importante.

Me siento como si tuviese el reloj en el corazón; como si fuese a derramarse la última brisa de arena. El paisaje pasa con la misma prisa con la que lo cruzo yo con los pies de otro. En algún momento me apeo, y Miedo e Inseguridad caminan a mi lado.

Sólo busco unos ojos. Unos brazos. Un refugio.

Pero no estás.
Como siempre,
como nunca.
No estás.
miércoles, 23 de octubre de 2013



El lugar de los poetas

Se rumorea que por los lugares más escondidos e inhóspitos de las ciudades pasean los poetas tristes. Que pintan con colores grisáceos, azulados y suavemente verdes (por eso de la esperanza) las paredes desvencijadas de las antiguas casas. No sé si creérmelo o no, pero tendré que ir a uno de esos lugares para comprobarlo. Las ventanas han de ser antiguas y las puertas apenas sostenerse. O quizás que no haya ni puertas ni ventanas; tan abierta la casa como la mirada de aquella muchacha. Sería más melancólico todavía el canto en aquel lar, en los ojos de una chica de manos pálidas y mejillas sonrojadas que recogiese flores en un pequeño (diminuto) remanso de paz en el que se atreviese a sentir la libertad.

No hay cosa más triste que la realidad de un niño sin juguete. Ahí está el escritor, silencioso, observándole. Quiere acercarse, y es posible que lo haga, que le ponga su vieja pluma en mano (siempre habrá alguna moneda en el fondo de algún pantalón escondido en alguna parte de su armario para adquirir una nueva) y le deje lo que resta de su cuaderno... Para que siga sus pasos (poco recomendable, dado el caso, dados sus ojos tristes y sus mejillas hundidas por el vano intento de flotar en aquel mar de agonía sentimental).

Es posible que este lugar ni siquiera exista, o que cada uno lo imagine de una distinta forma. Pero los rumores no siempre mienten (no del todo) y los poetas nunca desecharían la posibilidad de convertir un huérfano sitio en su hogar. Un pequeño hostal, abandonado, lleno de habitaciones diminutas con camas bien hechas (con sábanas de material barato) y poco sitio donde nada guardar. Perfecto lugar, desde luego, para aguardar a la Inspiración, acompañada por la melancólica sensación de ser abandonado por el mundo.

Poetas; digan lo que digan, el mundo es (nuestro) suyo.
domingo, 20 de octubre de 2013



Porque podríamos ser tú, yo y Madrid.

Después de todo este tiempo yo sigo sin saber qué hacer. Sentada en un banco cualquiera de alguna calle de Madrid –de la que ni siquiera me he molestado en mirar el nombre– sigo dudando entre si llamarte o no. Mi dedo va del botón verde al rojo en la pantalla como si estuviese jugando a algún juego de plataforma con la única función de saltar y agacharse.

Te llamo. Me tiembla la voz, hace tanto que no oigo la tuya. Tampoco había motivos para oírla, no hay nada entre los dos. Ni va a haberlo. O eso quiero creer, y el poder de una mente autoconvenciéndose es fuerte; al menos, lo suficiente. 

Poco después me he levantado. Los pantalones me parecen incómodos y mi calzado me hace sentirme insegura a pesar de ser plano. La calle juega conmigo al gato y al ratón. Está oscuro y las farolas me amenazan, no les gusto, quieren echarme. ¿Cómo va a querer echarme Madrid...?

No sé cómo ni cuándo pero estoy en tu portal. La puerta está abierta y yo dudo. ¿Entro o no?¿Y si...?¿Y si no? Demasiadas preguntas y demasiadas respuestas para ella. Empujo la puerta con demasiado ímpetu, suena como si estuviesen matando a un gato y me sobrecojo, quedándome ahí, sin querer moverme. Después subo. Una vez más, sin comerlo ni beberlo, estoy frente a una puerta; la de tu casa. 

Pulso el timbre. Pienso a trompicones y mi respiración va a juego. Mi corazón va pasándome malas pasadas, late demasiado lento y después demasiado rápido. Miro mis pies, frunciendo el ceño. No me gusta lo que veo, así que mejor no me miro en ningún espejo. Se oyen tus pasos acercándose, la puerta se abre. 

Unos breves instantes mirándonos. Yo estoy donde no debería estar en el momento inadecuado. Pero estoy y qué le voy a hacer. Me acerco, y poniéndome de puntillas te robo un beso. Ahora podrías echarme, perfectamente. Tu boca sabe a tabaco y tiempo muerto, un poco a desesperanza que se mezcla con la melancolía amarga y la dulce tinta de los míos. 

Cierro los ojos unos instantes para capturar ese instante.

¿Me voy, o me quedo?



Sobre lágrimas de lluvia

Las gotas de lluvia se quedaron anoche en mi cristal, como aves enjauladas, esperanzas atrapadas. Hoy, al levantarme y alzar la persiana, seguían ahí, pequeñas como si fuesen las últimas lágrimas de una noche oscura. Y yo, que he malgastado estas horas tinta en apuntes, me he sentado a hacer lo único que realmente sé hacer: Escribir.

Al despertarme, un Caos de pensamientos se ha abalanzado sobre mi. ¡Como si no tuviese ya suficiente con pensar en las pobres gotas de lluvia de mi ventana! Varias miradas se cruzaron con la mía en la oscuridad. Me aferré a la manta, escondiéndome de ese frío mundo exterior, hasta que el sonido de la alarma de mi móvil me recordó que tenía que enfrentarme a él.

¿Así se sentían ayer las gotas de lluvia al caer sobre el gélido mundo real, arrojadas desde grises y densas nubes? Con los pies helados, aún envueltos en calcetines de lana, me he resignado a seguir malgastando tinta en un resumen insípido del que poco me atrevo a recordar.

Como ave en una jaula, como Esperanza encerrada. Sin más. Y ni siquiera sé por qué escribo, pero escribo. Y tú, ahora mismo, me estás leyendo. ¿No te sientes encerrado, también?
viernes, 18 de octubre de 2013



¿Compartimos insomnio?

Si quieres compartimos insomnio. No dormimos pensando en imposibles, en Dolor que se acumula bajo nuestros pechos, en Tristeza. Si quieres pensamos en la chica que no te quiere y en quien no me quiere a mi mientras nos queremos, o fingimos hacerlo.

Regalarte mis ojeras (esas que no se ven) es regalarte mis noches más largas, las eternas. El tiempo malgastado en fumarme mis ilusiones rotas lo dedico a cuidar de tus heridas si tú mantienes la venda que contiene la hemorragia de mi corazón en su sitio.

No me arranques las tiritas al irte; despídete con un beso que sepa a amanecer y a sueño tras una noche bien gastada. Desafiemos las leyes de la física siendo humo de recuerdos.
Que la música suene alta en susurros. Que se oigan nuestros gritos internos mejor acallados. Déjame ser loca, permíteme creerme loba.

No son necesarios los pretextos ni las explicaciones. Dejemos que el silencio hable por nosotros. Que los ojos lloren por si solos... 
Rimarte las costillas a ritmo de rap. Creerme diosa de algún recóndito Olimpo antes de sufrir la anagnórisis de ser una mortal más.

Permíteme enredar mis piernas en tus sábanas, en tus piernas. Que la noche deje de ser fría en tu cama.

Que se muera de envidia la Luna al verte sonreír para mi. Dibújame mi nombre en la espalda, no, nuestro nombre. Seamos insomnio y olvídate de padecerlo.

Sé mi chico de las ojeras, ma love.
jueves, 17 de octubre de 2013



...De intentar no enamorarme de él

Me estoy volviendo loca de intentar no enamorarme de él. Quiero ser el cigarrillo en sus labios y la cerveza que roza su boca los viernes por la noche. Podría llegar a envidiar las sábanas que le cubren por la noche o los cascos que le susurran música al oído. ¡Podría ser yo! Quién fuera almohada para despertarse en su cama todas las noches. 

Por qué, ¡Por qué! el humo se arremolina en su habitación y no se deslizan de la misma forma sus manos por mi cintura. Si un beso mío puede ser más adictivo que lo que sea eso que se fuma. Siendo sinceros, me muero de ganas por besarle, pero hay cosas que no se pueden decir.

Quiero su risa resonando en mi oído las veinticuatro horas del día y el tacto de sus dedos por mi espalda las sesenta y nueve horas que vayan a tener nuestras noches. Morderme el labio inferior cuando sus dientes atrapen el lóbulo de mi oreja derecha para susurrarme alguna que otra cosa que el resto del mundo no entendería.

Y sin embargo, sostengo que Amor es decirle 'no voy a enamorarme de ti', mientras yo me vuelvo loca por intentar no enamorarme de él.

miércoles, 16 de octubre de 2013



Filosofando sobre la idea de belleza de Platón

"Nos gusta algo porque es bello, y no es bello porque nos guste." – Platón

Cómo una frase tan sencilla puede significar tantas y tan pocas cosas a la vez. Implica la subjetividad de la belleza y a la vez su objetividad. Se supone que tengo que sacar algo en claro y lo único que puedo sacar en claro es que hay belleza en todo, hasta en lo aparentemente más oscuro del mundo. A pesar de las miradas tristes la belleza está en el fondo de todas las pupilas.

En un principio podemos entonces sostener que en todo hay belleza, pero que cada cual ve el mundo a través de su propio cristal por lo que no todos ven en las mismas cosas belleza. Dependiendo de cómo hayamos sido educados o cuáles sean nuestros gustos veremos más o menos bello un objeto u otro, una persona u otra, un animal u otro.

Por lo tanto, algo no es bello por el cristal, sino que lo es por si mismo. No podemos hablar de una belleza subjetiva si queremos hablar en términos universales pues no existen cosas bellas y cosas feas. 

Resumiendo –antes de liar más este muelle en el que me he dispuesto a jugar creyéndome sabedora de algo cuando realmente no sé nada– todo es bello y no todos pueden ver tal belleza en todo. Por eso, nuestra mente selecciona (aunque a veces la sociedad seleccione por nosotros) unos cánones de belleza que son a los que nos atendremos a la hora de llamar a algo o a alguien 'bello' o 'bonito'. 

Ciertas cosas son bellas aunque sean pocos los cristales con los que se pueda percibir su belleza, puesto que, como dijo Baudelaire, en los lugares huérfanos y abandonados sólo el filósofo, el poeta o el escritor encuentran la verdadera belleza.
martes, 15 de octubre de 2013



Esos ojos verdes

Dejé la pluma en el desgastado tintero de bronce para revisar mi carta, escrita con meticulosa letra en tinta azul. El tintero en cuestión tenía grabados en alguna lengua extraña que yo no conocía. Fruncí el ceño con levedad. Al final de la carta me estaba mordiendo con fuerza el labio inferior; contenía las ganas de llorar. La angustia iba serpenteando por mi cuerpo, subiendo hasta desbordar el mar que llevaba meses acumulando en mi interior.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla y cayó sobre el 'Adiós' que finalizaba la carta. Lo emborronó. Me levanté rápidamente, como si ese gesto me hubiese provocado una descarga eléctrica. El camisón que llevaba ondeó suavemente con ese gesto, arremolinándose alrededor de mis finas piernas. 

Tuve que volver a sentarme, exhausta ante aquello; mi tez había empalidecido desde que todo había ocurrido; mis rizos estaban lacios y ahora mi cabello sólo estaba suavemente ondulado, aunque más claro. En determinado momento, tras llevar unos instantes mirando a la nada, alguien carraspeó a mi lado. Alcé la mirada.

Y me encontré con esos ojos;
con esos ojos verdes.

Creo que morí en ese instante una vez más. No pude articular palabra. No pude moverme. Simplemente le observé hasta que se fue, llevándose consigo aquella carta.

No debió de volver hasta el día en que morí de verdad.
domingo, 13 de octubre de 2013



Por una taza de café

La cabeza a pájaros. Partamos de ahí. De un Desorden difícil de ordenar.
Digamos que ella era la típica chica a la que llamaban loca
como si fuese un insulto,
como si ella lo considerase.

Digamos que escribía. A todas horas y en todos sitios.
Que su sangre era tinta, sin duda alguna
y le encantaba sangrar
igual que derrumbarse. ¡Amaba derrumbarse!

Digamos que la última línea es mentira. Que sólo se derrumbaba por necesidad.
Tanto decir y tan poco demostrar.
Ella era de pasearse desnuda por su habitación después de ducharse,
inundándolo todo con las lágrimas que caían de su cabellera húmeda.

Quizás fuese una loca, pero estaba a gusto siéndolo.
Era de pintar con los colores más oscuros a pesar de tener una caja con todos los colores,
y antes no era así.
Escribía sobre su cambio. Sobre quién fue y quién era. Y se asustaba.

Cómo no iba a asustarse. ¡Pobre muchacha loca!
Si se había enamorado de los ojos de él,
de unos ojos prohibidos.
De un chico que a duras penas sonreía.

¡Y ella, que sonreía aún estando en Ruinas, aún estando rota! Ella, ella...
Pobre e ingenuo corazón el suyo.
Se fueron al garete todos sus intentos de hacerle sonreír
y él se fue, por la puerta de atrás del corazón de ella, que se le quedó pequeño o quizá demasiado grande.

Digamos que esa chica soy yo
y que todo esto lo he escrito por merecerme
esa taza de
'café de escritor'.
sábado, 12 de octubre de 2013



Sobre perros con y sin collar

Estas cuatro paredes me cobijan y me apresan. Son como el collar en el cuello del perro; le hacen protegido de un dueño y a la vez le hacen de un dueño. Por eso cada una de las cosas que hago me liberan un poco las alas y me aprietan un poco más la soga al cuello. Debe de ser por tanto cuerdo suelto en este mundo que podría ser enteramente de locos, de soñadores, de Grandes. Y no, se quedó en los mediocres Pequeños, los atados, los perros con collar. 

¿Y qué hace este mundo con los corceles salvajes, con las mentes que se pasan el día en las nubes, con los chuchos callejeros, que saben más de amor y fidelidad? Los tira, los aleja, los desprecia. No ser como los demás es considerado no valer.

Ahora mismo ese pensamiento me horroriza. Me escondo bajo la manta como una niña pequeña mientras me rodean las luces. Las luces, mis luces, mi luz. Ojalá no me hubieses apagado al irte. Ojalá no te hubieses ido, pero ya que te has ido, y no vas a volver, ¿Podrías mandarme mi Luz por correo urgente para volver a colocarla en el fondo de mi mirada?

Gracias.
jueves, 10 de octubre de 2013



Hasta nunca, mi amor (Vídeo)

Nunca pensé que te irías, que serías como las golondrinas de Bécquer o las rosas de la vecina, que se marchitan en menos de dos meses. No lo pensé porque no quería creerlo, aunque sabía, en el fondo de mi desordenada Alma que lo harías.

Digamos que es hora de volar de nuevo; de buscar otro lobo que aúlle a mi lado por las noches. De dejar que me escribas estando yo ausente.

Por cierto, ¿Me escribirás?


Hasta nunca, mi amor.


martes, 8 de octubre de 2013



La loba de ojos Café

Entre sus cabellos se enredan los pájaros de su cabeza. Las mariposas de su estómago se le escapan por la boca con palabras soñadoras. Mira la ventana, observa el bosque y, calzándose las botas y abrigándose el corazón, sale al helado mundo exterior, escapando del cálido acoge de su falso hogar.

Los lobos aúllan a lo lejos y ella, delgada figura atravesando el blanco suelo nevado, sigue sus voces. Una loba de ojos color café sale a su encuentro, con pasos como suaves latidos de bomba de sangre. Va dejando un rastro de tinta tras ella, que se esconde entre los senderos desaparecidos entre la maleza.

Acaricia con su hocico cálido, por fin, los fríos dedos de ella; se miran como sólo saben mirarse dos Caos.

Rompe el silencio el disparo de una pistola y la loba alza la cabeza, protectora, cruzándose entre la chica y el sonido. Comienzan a correr, a través de las ramas más bajas. 
Algo va tras ellas.
Suenan dos tiros que surcan el aire, el Miedo...

Caen al suelo, heridas sangrando tinta de algunos desconocidos colores.

Silencio.

Abren los ojos. El aire es cálido y las heridas no sangran. El Sol baña sus oscuras miradas. La chica está acurrucada junto a la loba. Esa alza la cabeza. Están a salvo.


Esto es para ti, Lidia. Nunca olvides sonreír.
lunes, 7 de octubre de 2013



n-uplas

Son colecciones de n números en un cierto orden. Una combinación lineal es el resultado de multiplicar cada una de las n-uplas por un número y sumarlas. Y las n-uplas son linearmente independientes cuando ninguna de ellas es combinación lineal de las otras.

Matemáticas. Todo es matemáticas al fin y al cabo y yo intentando (y seguiré intentándolo, pero bueno) explicarlo con Poesía. Quizás todos seamos n-uplas. Nosotros una colección de números y las personas que nos rodean son otros... Pero nunca coincidimos. Somos independientes aunque gustemos de atarnos unos a otros.

Dicen de hacernos copias, de hacernos iguales, como si (1,1,1,1), (1,1,1,1), (1,1,1,1) fuese a ser más bonito que (5,6,9,-29), (7,-4,0,1), (-89, 10,3,1)... 

Y yo sigo mirando a la pizarra, buscando una forma poética de expresar lo que hay escrito en ella.

Y todavía me preguntarán
si he entendido algo
de lo que hay ahí escrito,
cuando he visto personas
en números
de la forma más humana
que Nadie ha descrito.

Todavía
un poco
de Miedo
más
a perder
la perspectiva
poética
de la pizarra.
domingo, 6 de octubre de 2013



Mi cajón de los recuerdos

Mi polvoriento rincón de recuerdos ha sido sustituido por un bonito cajón en mi cómoda. El problema del rincón es que los recuerdos cogían polvo y el fin de semana me daba pereza pasarles el plumero, dejarlos limpios y acabar manchando el suelo de tanto sangrar mi corazón por la Tristeza. Claro, es que visitarlos cada siete días resulta algo doloroso.

En el cajón estarán mejor, sí señor. Y además podré tomarme mi cerveza fría leyendo un buen libro, y no ahogando las lágrimas amargas por algún que otro malicioso recuerdo que se resiste a quedar completamente limpio y me obliga a pasarle el plumero, la aspiradora, la bayeta... 

Su nuevo lugar, además, es muy bonito. Es de madera blanca y por dentro está forrado de indiferencia pintada de amarillo claro. Creo que, a pesar de estar cerca de mi mientras duermo, está suficientemente insonorizado como para no oír sus suaves lamentos. O eso espero.

Acabo de cerrar con llave el cajón; espero no tener que abrirlo en mucho, mucho tiempo.

viernes, 4 de octubre de 2013



De nuevo hablando de ilusiones

He vuelto dejar caer mis ilusiones por el simple hecho de que añoraba el dolor que provoca el sonido del cristal al chocar contra el suelo, los pedazos clavándose en mi piel desnuda y el cerrar los ojos con fuerza, como esperando que todo desaparezca sin más, como si nada hubiese pasado, como si tú no hubieses pasado ni yo hubiese pasado.

Añorar el dolor; irónico. Como todas esas veces que he escrito (por seguir viva) a lo mismo que me mató, y me mata lentamente. Cada vez que recuerdo su mirada o su voz, cada vez que sueño con. Mis ilusiones llevaban flotando a ras del suelo demasiado tiempo. Hoy he decidido hacerlas volar y después dejarlas caer desde el más alto precipicio.

Con la tranquilidad
de quien observa
una buena obra de teatro.

Con la amargura
de quien sabe
que morirá el protagonista.

Con la angustia
del último momento
antes de una fatídica caída.

¡Crash!
Se rompieron, una vez más.



"Sinestesia de las ilusiones rotas", versionado por Abbey C. (La chica del andén de enfrente, www.laspalabrascaendepie.com), partiendo de mi texto "El sonido de las ilusiones al caer". ¡Disfrutadlo y compartidlo!

miércoles, 2 de octubre de 2013



Yo le regalé mi corazón

Yo le regalé mi corazón a un desconocido, a un chico que pasó por mi lado en un tren que iba a parar en Atocha. ¡Llamadme loca, vamos! Se lo regalé, con la aorta haciendo un bonito lazo con alguna que otra vena más o menos comparable en tamaño, y todavía latiendo, todavía vivo.

Y me quedé vacía, pero sonriendo. Había hecho un regalo valioso, por fin, a alguien. A aquel muchacho que, sin comerlo ni beberlo, había empezado a ser objeto de mis obsesiones, de mis sueños románticos y mis sueños despierta.

Le envolví mi vida en papel de regalo y a saber dónde ha acabado. ¿Se lo habrá llevado a casa, mi fuerte y frágil corazón, ese que parece que late pero a veces no? ¿Lo habrá guardado en una pecera, en un terrario, o sobre la mesa?¿Le estará dando de comer o lo estará emborrachando a whisky o vino barato?

No sé qué estará haciendo con él que no podría hacer conmigo. Hacerlo lentamente entre sábanas o salvajemente en cualquier otro lugar. Qué le estará dando de beber que no conjunte mejor con mis labios y un desliz suave sobre su piel. Y yo me pregunto.

¿Por qué mi corazón?¿Por qué no yo y sí él?
Cuídalo, no tengo más,
cuídalo, yo soy él.
martes, 1 de octubre de 2013



Sobre escritoras y Dolor

Ella le miraba mientras él apartaba la mirada. Era una curiosa escena, la fuerza en los ojos de ella y la indiferencia en los de él. Él parecía no sentir mientras ella lo sentía todo, lo percibía todo. Ella tan sensible y él tan insensible. ¿Cómo habían podido estar enamorados?

Ella apretó los labios y bajó la mirada, clavándola en los pies de él, y justo cuando hicieron un amago de dar un paso atrás, justo en el momento en que él quería irse, para siempre, ella le agarró con la energía con la que estaba callando. Cuando volvió a alzar los ojos él la miraba, ahora sí. Se debió de asustar de lo que vio tras sus ojos oscuros aunque no dijese nada.

La rabia, la impotencia y la Tristeza se agolparon en sus orbes marrones y saboreó todas y cada una de las poéticas palabras que llevaba guardadas dentro al dejarlas deslizarse por sus labios una única vez. Una mano sobre el corazón de él para oír cómo latía, y un puño invisible apretando el suyo propio, como queriendo ahogarlo.

Le declaró su amor eterno y le soltó. Dándose la vuelta, ella se fue. 
Ahora ya tenía a quién escribir su Dolor.



Invierno y Otoño

Una taza humea sobre una mesa, austera y pequeña, junto a una gran ventana. Tras ella se dibuja el paisaje frío de un bosque de hoja perenne. Ha llegado el Invierno, aclamado por los jerseys de lana y las botas de cuero con forro de borrego. Han vuelto las bufandas y el vaho exhalado con cada suspiro. Vaho frío, blanquecino; los niños se divierten jugando con él, y más jugarán cuando nieve el cielo.

Se van cubriendo los pelajes animales de blanco y sus derivados para contrastar con la amplia gama de colores de los ropajes de invierno de las personas.

Ha llegado el invierno y humea esa taza de café. Tú todavía no has vuelto, y no sé si esperarte he de...

Hablo de llegada del Invierno habiendo apenas comenzado el Otoño. Cayendo las hojas. El Invierno representa lo inerte pero la agonía puede verse en Otoño; y me da miedo, porque, ¿Y si muero yo también un poquito con cada hoja caída?

Por mucho que escriba versos en ellas, y me crea eterna.
¿Quién soy yo, sino una niña que suena con escribir Poesía?
 

Plantilla hecha por Living a Book.