jueves, 26 de septiembre de 2013

Temor a uno mismo

Cuán hermosa era ella, 
que se callaban las estrellas 
y las farolas al verla pasar, 
con sus andares de niña 
y sus ojos de pena.

Cuán valiente que era
que sus Miedos, bajo llave encerrados
aullaban, la noche entera
y ella, con impasible cordura
ignoraba sus horrendas escenas.

Cuán terrible era ella,
o más bien su oscura realidad
que cuando cerraba los ojos
sabía que ella misma
era la única que con su vida podía terminar.

Cuán indescriptible historia
la de la sensación de ella
al saber que su mayor temor
ella misma era.

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