domingo, 8 de septiembre de 2013

Noche de Caos.

Echo de menos el miedo aprisionando mi garganta, aplastando mi tráquea hasta ahogarme, y el lanzar un cojín contra el suelo, morder la almohada de la rabia, que no del placer, y llorar en silencio las lágrimas más dolorosas y más amargas.

Parece que no tenía más que pedirlo para que esa sensación volviese a mi, como un viejo amigo que regresa a casa, con la soltura habitual de quien conoce tus rincones mejor que nadie, de quien sabe dónde está el pulsador de la luz de tu habitación... O de tus pensamientos.

Y me preguntarán cómo estoy, y les responderé, como de habitual, 'bien', con tal de no decir 'a oscuras'. Porque no es una oscuridad literal ni lo va a ser, no esta noche. No habiendo abierto la puerta a mis Miedos. Están aquí, conmigo. Soledad, Fracaso, Rechazo, todos. Me sonríen con suficiencia mientras se sirven una cerveza con alcohol.

Esa que no puedo tomarme yo.

Sostengo firmemente que si guardo las lágrimas dentro se me encharcará el corazón. Que si me guardo los 'te quiero' se me hará más negra la sangre tinta y yo y mis escritos en azul tendremos un problema. Por eso no temo decir 'te quiero' aunque después me duela, y por eso no solía temer a las lágrimas.

Pero es que ahora tienen tu nombre escrito en cada caída, y esa mayúscula que soy incapaz de escribir parece susurrarme, acusadora, que la culpa es mía por caer demasiado rápido, pero...¿Qué le iba a hacer yo? Con unas alas desgastadas y unas ilusiones fáciles de destrozar.

Una presa fácil.

Ha llamado Recuerdos a la puerta... No quería perderse la reunión. Parece que ha traído Coca-Cola, que no tiene alcohol, pero sí suficiente cafeína para mantenerme despierta toda la noche, si quiere. Es curioso, hasta este tipo de noches tiene una lista de reproducción bonita, a base de canciones tristes acompañadas con piano, para entrar en la situación.

Cuenta la historia que la belleza no podía comprenderse si no se la había visto sonreír al borde de las lágrimas, justo antes de romperse, de romper a llorar, justo a punto de derrumbarse. La última sonrisa, la última fortaleza a la que aferrarse con sus temblorosas manos, las mismas que tecleaban sobre el piano o sobre el teclado del ordenador, las mismas que habían hecho soñar con historias y llorar con la suya propia. 

Quizá hacía demasiado frío en aquel bosque para que volase aquel pequeño ángel.
Tal vez...

Fuera llueve. Hacía tiempo que no llovía tanto tiempo seguido. Normalmente me habría alegrado, porque el olor a lluvia incita de forma casi inmediata a escribir, y hoy ha sido un día digno de ser escrito. Y sin embargo lo único que ha ocurrido ha sido que he llovido yo también, por dentro.

Ha llovido, ha sangrado, se ha derrumbado.
Con banda sonora a juego.
Curiosa forma de ser fuerte, chica.
¿Hoy era la excepción a serlo?

2 comentarios:

  1. Demasiado perfecta. Es mi favorita de momento, no sé qué decir porque es demasiado para tan pocas palabras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra saber que te ha gustado, guapa. Gracias por leerme. <3

      Eliminar

 

Plantilla hecha por Living a Book.